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Por Kyle Swenson 24 de agosto de 2022

SEATTLE - Había notas escritas a mano por todas partes, pegadas en las ventanillas de los coches, escondidas bajo los limpiaparabrisas o garabateadas en las puertas de las furgonetas. Eran anuncios públicos y desplantes crípticos, pequeñas salpicaduras de individualidad en medio del anonimato de los montones de basura y las lonas rasgadas que rodeaban los remolques y caravanas aparcados cerca de las vías del tren, al sur del centro de la ciudad.