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Fotografía de un Holiday Inn con gente paseando. Hay una señal de stop con pegatinas y grafitis en primer plano.
Antonio Pérez/Chicago Tribune

Cuando un hotel reconvertido en Kenwood abrió sus puertas a los inmigrantes en el verano de 2023, las autoridades que anunciaron la noticia recibieron la enérgica oposición de los residentes.

Tenían numerosas dudas sobre el albergue de 4900 S. DuSable Lake Shore Drive: si se vacunaría a los inmigrantes y se les tomarían las huellas dactilares; cómo se educaría a sus hijos; qué comerían. Y muchos querían saber qué estaba haciendo Chicago por la numerosa y creciente población de sin techo anterior a la llegada de los inmigrantes.

Casi tres años después, los autobuses enviados por el gobernador de Texas, Greg Abbott, han dejado de llegar desde la frontera sur, más vigilada. La ciudad ha cerrado la mayoría de las instalaciones que se apresuró a levantar para atender a las oleadas de solicitantes de asilo, en su mayoría procedentes de Venezuela. Miles de personas se han trasladado a alojamientos permanentes. Las comisarías de policía, antaño abarrotadas de recién llegados, están vacías.

Del artículo:

"Paler-Ponce, de la Chicago Coalition to End Homelessness (Coalición de Chicago para acabar con el sinhogarismo), afirmó que todas estas dinámicas suponen una "enorme batalla cuesta arriba" para reducir el sinhogarismo de inmigrantes y no inmigrantes en Chicago y sus alrededores. La cuestión, dijo, es "qué hay más allá del refugio". ... Es una necesidad seria, especialmente en climas extremos, poner a la gente bajo un techo, pero desde luego no es una solución permanente".